Imaginad una escuela donde no hay aulas. En la que los alumnos no están separados por edades. Una escuela en la que los niños aprenden construyendo y creando con sus manos, a partir de sus propias ideas, investigando en el mundo real y utilizando herramientas de verdad.
Eso es exactamente la Brightworks School, una escuela alternativa de San Francisco que acoge a un pequeño grupo de alumnos de entre 6 y 13 años en una gran nave acondicionada con la ayuda de los propios niños. Los mayores acometen sofisticados proyectos, los pequeños juegan y todos aprenden unos de otros. No hay exámenes ni tests, la evaluación se hace a través de portafolios.
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