En un pueblo de Francia, la recreación de un castillo medieval implica una original manera de encarar la aventura: obreros vestidos con ropas de aquella época, y técnicas de construcción, herramientas y modos de trabajar de la Edad Media
Desde el año 1997 en el bosque de Guédelon, del cual toma su nombre, medio centenar de trabajadores, guiados por arqueólogos, medievalistas y arquitectos, se empeñan en construir las murallas y el castillo de la que se ha convertido en la mayor atracción turística de la región.
Este es uno de esos proyectos que nacen de la nada. En 1979, Michel Guyot, un borgoñón “amante de la piedra antigua”, como él mismo se define, adquirió y restauró el castillo renacentista de Saint Fargeau en una localidad vecina. La obra de reconstrucción desnudó los vestigios medievales del castillo inicial. Guyot no podía recuperarlos sin destruir el château mas reciente.
Este problema insoluble dio nacimiento a la idea de edificar una fortaleza de la Edad Media, como si hubiese sido descubierta. Para ello, el proyecto debería respetar rigurosamente los cánones arquitectónicos de la época. Un comité multidisciplinario de especialistas en el medioevo y de expertos en poliorcética (disciplina centrada en la construcción de bastiones o fortificaciones) se convertirá en el aval científico. Jacques Moulin, arquitecto en jefe de Monumentos Históricos, diseñará los planos de un castillo de talla media para la época.
Una vez despejadas once hectáreas de terreno, se erige la primera piedra el 20 de junio de 1997. Veinticinco años más tarde se espera colocar la última, pero, ¿qué inversor esperaría un cuarto de siglo para recuperar sus dividendos? Para darle una existencia inmediata y obtener una parte del financiamiento, mediando el pago de una entrada, los iniciadores deciden abrir la obra al público en 1998. Tímidamente esperan unas 3000 visitas, pero ese mismo año, la realidad superará ampliamente los cálculos más optimistas: los curiosos serán 30.000. Internet y la información de boca en boca harán el resto. Actualmente, Guédelon recibe 300.000 visitantes por temporada.
El proyecto, calificado como de “obra experimental”, tiene un rotundo éxito ante múltiples públicos: amantes de la Edad Media, turistas extranjeros, arqueólogos profesionales o iniciados, maestros en busca de excursiones inolvidables, jubilados optimistas,… esperando satisfacer en Guédelon, fantasías y expectativas raras en nuestra época.
Documentos históricos u obras patrimoniales existentes son las fuentes consultadas para certificar que los procedimientos empleados corresponden a los del siglo XIII. Cada gesto y cada técnica son rigurosamente estudiados con los métodos de la arqueología para reconstruir de manera idéntica el trabajo de los artesanos del pasado. Las herramientas utilizadas son fabricadas en los mismos talleres de Guédelon. La obra funciona en autarquía: los herreros reparan y fabrican las herramientas de talladores de piedra y carpinteros. Estos últimos construyen los andamios que sostendrán a los albañiles, así como los cordeleros suministran los materiales necesarios para atar las estructuras de madera.
El costo principal de Guédelon es el salario de los obreros, ya que las materias primas se encuentran en el lugar mismo o en localidades vecinas. El éxito del proyecto no pasa únicamente por su interés turístico y cultural, sino que ha revitalizados numerosos oficios amenazados y generado nuevos puestos de trabajo estables, en un período durante el cual mucha gente pierde su trabajo por causa de la globalización económica.
Sin duda una apuesta valiente que ha visto recompensada su osadía con un éxito de público e instituciones. No os lo perdais…!!
Página oficial del proyecto: Aqui
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